Había pasado el mes de septiembre, los días se iban acortando y el sol había perdido gran parte de su intensidad. Bach se había resignado a que ya no encontraría más plantas medicinales aquel año. Sin embargo, un día descubrió en un rastrojo de trigo algunos ejemplares de Scleranthus que crecían de forma enmarañada, justo en el lugar donde se almacenaban los sacos para la siembra de la primavera. [...]
Bach descubrió que esta planta es un remedio idóneo para la indecisión y para las consecuencias orgánicas de este estado anímico.
Scleranthus (Scleranthus annuus), el último remedio descubierto por Bach en 1930, es un pequeño hierbajo que crece en tierras de labor pobres, ácidas y arenosas, pastizales y brézales. Las diminutas flores se retraen sobre las axilas de las hojas, como si no se atrevieran a asomarse al mundo. Tampoco quieren revelar su color, carecen de hojas florales coloreadas. No presentan pétalos que rodeen el pistilo y los estambres, sólo unos sépalos puntiagudos, ásperos, secos, verdes, que en ocasiones pueden tener tintes pardos o rojizos.
De esta característica también se deriva el nombre Scleranthus (del griego, skleros = duro, áspero, y anthos = flor). No ostenta ninguna elegancia, ningún detalle llamativo que pueda atraer la visión estética del hombre ni a los insectos. La flor de Scleranthus se resiste a la ingerencia del principio superior astral. Ello resulta aún más sorprendente si se tiene en cuenta que se trata de una cariofilácea, familia de plantas cuyas magníficas flores poseen una belleza comparable a la de las rosas, y son-tan expresivas que en el lenguaje de las flores se han convertido en el símbolo de la amistad y del afecto. «Para acabar de rematar la magnificencia de las flores, la Naturaleza ha producido el clavel que cautiva el ojo con su arrebatadora belleza y turba los sentidos con su dulce aroma». No ocurre así en el caso del Scleranthus. Sus flores y escaso desarrollo proporcionan a esta hierbecilla un aire de indecisión e inseguridad.
Las cariofiláceas son plantas caulescentes, los tallos van creciendo rítmicamente de nudo en nudo, donde en ocasiones se dividen o hacen brotar delgadas hojas. Generalmente las hojas son similares a la hierba, no son pinnadas ni fasciculadas sino que conservan la forma del tallo. Sus hojas pequeñas aciculares no se diferencian mucho del resto de la familia. En ellas también se manifiesta su falta de compromiso. Sus hojas alternas y puntiagudas son reacias a entregarse a los poderes creativos plásticos, etéreos, y sus flores se resisten a las influencias luminosas, astrales. Al igual que otras especies de clavel, Scleranthus crece de nudo en nudo, pero en lugar de acabar el crecimiento en una brillante y coloreada metamorfosis floral, se detiene, se aovilla y da la impresión de estar comprimida. Sin embargo, lo que la planta pierde en belleza lo gana en fuerza vital. Es una mala hierba robusta y poco exigente, capaz de sobrevivir en los suelos arenosos más yermos y llenos de guijarros. Florece con abundancia hasta el otoño tardío (octubre) y echa innumerables semillas.
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