Bach continuó su búsqueda de otros remedios. Necesitaba 'un «ayudante» para las personalidades fuertes marcadas por la ambición, las ansias de poder y una firme determinación, que sufrían las consecuencias psíquicas y físicas de esta actitud. Encontró una planta de cultivo que había sido plantada en todos los países conquistados por las legiones de la Roma imperialista, ávida de poder. Se trataba de la vid (Vitis vinifera). Los romanos también llevaron la vid hasta las Islas Británicas para cultivar allí sus viñedos, sin embargo, con el tiempo se demostró que el clima de Inglaterra no le era propicio a esta planta. En el alfabeto celta de los árboles, la vid representaba la décima letra, «M» (Muin) pero pronto fue sustituida por la zarzamora.
Sólo aquí y allá se pueden encontrar ocasionalmente parras en Inglaterra, en sitios protegidos del viento o en el lado soleado de viejos muros. Por este motivo Bach les pidió a sus amigos de Suiza, donde crece mejor la vid, que le prepararan y enviaran sus flores. Se confirmó su sospecha de que la esencia floral de Vine puede ayudar al alma a poner su ambición ansias de dominio al servicio del Yo superior.
La vid es una trepadora leñosa cuyas raíces se hunden hasta veinte metros de profundidad. A los griegos les parecía como si la planta aspirara «la sangre del demonio de la Tierra» y la depositara en sus uvas dulces y jugosas. Incluso en los veranos más secos, cuando otras plantas se mueren, la vid sigue encontrando agua en las profundas fisuras de la tierra.
La vid es una planta longeva que fácilmente supera los seis siglos de edad. Posee una enorme fuerza vegetativa, continuamente produce nuevos vástagos que han de podarse. Esta salvaje fuerza vegetativa también se manifiesta en el zumo de sus uvas: el mosto recién prensado se agita ruidosamente en la botella o barril. Su efecto en el hombre también es tempestuoso: la glucosa del zumo fresco es rápidamente absorbida por la sangre y se convierte en una fuente inmediata de energía que dará fuerza a los corredores de fondo o tenistas. También el alcohol contenido en el vino, que es el mosto fermentado, penetra enseguida en la sangre se sube a la cabeza, turba los sentidos y estimula la vida instintiva. Es una energía vegetativa que en el mundo vegetal normalmente sólo se observa en las semillas que germinan y en los brotes nuevos. En la vid, esta agitada energía se consume en la fruta. Las semillas, en cambio, carecen de esta gran fuerza germinadora. Por este motivo los viticultores prefieren reproducir sus vides utilizando esquejes.