El alerce (Larix decidua) pertenece, como el pino, a una de las familias más viejas de árboles, las saturninas abietáceas. También como el pino, el alerce presenta un tronco lineal, recto, que une en línea recta el cenit con el nadir. También contiene una resina viscosa que puede destilarse para obtener trementina y utilizarse médicamente para generar calor. Al igual que las demás coníferas, presenta flores de sexo femenino y masculino que son polinizadas por el viento. En las axilas de las escamas de las flores femeninas maduran semillas desnudas, es decir, semillas no contenidas dentro de un ovario, y los conos se endurecen de modo saturnino, es decir, se lignifican. Otras características saturninas son la longevidad de este árbol y su capacidad de resistir a los climas fríos.
Sin embargo, el alerce no es hijo exclusivo de Saturno. Es un árbol luminoso de aspecto claro y agradable, casi como un abedul, en él se percibe la influencia de Venus. Es la única conífera europea que cada año se desprende de sus hojas siguiendo el ritmo solar. En primavera aparecen las acículas nuevas, de color verde claro, en delicados ramilletes a lo largo de los braquiblastos de las flexibles ramas. Las acículas son blandas y de agradable tacto. No poseen la dureza de Saturno ni la agudeza de Marte. En otoño adquieren un tono amarillo dorado, como rayos de sol hechos materia.
Los conos masculinos también se diferencian de los de otras coníferas. Las hermosas flores femeninas rojas o rosadas, que se abren entre marzo y mayo, se encuentran en la misma rama que las flores masculinas redondas, de color amarillo azufre. Pueden transcurrir hasta 3o años (todo un período de revolución de Saturno a través del zodíaco) antes de que el alerce florezca por primera vez.
El alerce contiene más cantidad de resina que el pino, y de mayor calidad. La «trementina veneciana» que se Obtiene de ella es francamente noble. Desprende una fragancia aromática y tiene un sabor ligeramente amargo. Tiene propiedades caloríficas, emolientes, cicatrizantes, bactericidas y mucolíticas. Se utiliza para estimular la irrigación, para tratar las inflamaciones de pulmón y garganta y como pomada para desinfectar las heridas. Se puede masticar la resina del alerce, igual como la del pino, para aliviar los resfriados, pero no es conveniente ingerir demasiada cantidad porque podría irritar los riñones. Se puede añadir al agua del baño extracto o tintura de agujas de alerce para tratar los resfriados o los problemas de la piel y nerviosos. Rudolf Steiner piensa que el bálsamo obtenido de las agujas posee «fuerzas creadoras astrales» de gran eficacia. Antiguamente se creía que la madera de alerce protegía la casa contra los incendios. En la noche de Walpurgis [de aquelarre] se colocaban ramitas de alerce en las ventanas y puertas para protegerse contra el mal de ojo y los embrujos.