Oak - Roble Albar

Roble Albar 1ª parte

Roble Albar 2ª parte

Roble Albar 3ª parte

En la botánica astrológica, el roble simboliza la influencia de Júpiter, el bondadoso y justo rey de los planetas. Según una representación romana, Júpiter, recién nacido, halló protección bajo un roble. Allá donde reina Júpiter impera el gozo de vivir, y las mesas están repletas de comida y bebida. Por lo tanto también es comprensible que el roble sea el símbolo de la hospitalidad y de la sociabilidad. La tabla redonda, donde comía el rey Arturo con sus valientes caballeros, estaba hecha de un tronco de roble.

Antaño este árbol de Júpiter era considerado un árbol «fértil». Con las bellotas se podían alimentar los cerdos en otoño, y durante los años de hambruna, cuando las cosechas habían sido nefastas, se podía hacer pan con harina de bellota. Para los americanos nativos de California las bellotas constituían la principal fuente de alimentación. El sabor amargo se eliminaba mediante un complicado procedimiento y se podía elaborar una nutritiva harina de bellota.

El nombre de esta familia de plantas, fagáceas, no significa otra cosa que «comestible» (latín. fagus, griego, phegos). A esta misma familia pertenecen los castaños y las hayas. En la naturaleza este robusto árbol se revela como solícito anfitrión, entre sus huéspedes se encuentran los jabalíes, los lirones, las ardillas, los grajos, los mosquitos y los escarabajos. Los pájaros carpinteros construyen allí sus nidos, y numerosos insectos y aves encuentran refugio en medio de su follaje.

En medicina se emplean las hojas y la corteza joven para curar heridas y como antídoto debido a sus propiedades astringente, diurética, antiséptica y antifebril. También se emplea para gárgaras, tónico para el agua de baño y bebida. Su eficacia proviene de los taninos. Como ya hemos visto en otras plantas que contienen taninos, éstos conservan las fuerzas creativas que parten del arquetipo, limitan la tendencia a la disolución o a las tumoraciones informes y privan a las bacterias de la putrefacción de su medio acuoso, «lunático». Es sobre todo esta propiedad la que convierte a la corteza de roble en un excelente curtidor. Los agricultores biodinámicos elaboran a partir de esta corteza un preparado para eliminar las enfermedades producidas por hongos, mohos y roya en las plantas de cultivo.

El roble es un árbol imponente que alcanza hasta los mil años de edad. Sin embargo, las flores femeninas que preparó Edward Bach en mayo de 1933, son insignificantes, de un tenue color rojizo y no desprenden ningún aroma. Las flores del roble son heteroicas y monoicas, es decir, las flores masculinas, los amentos colgantes, están separados de las flores pistiladas femeninas. Las diminutas flores pistiladas se hallan en los extremos de pedículos más o menos largos. Se componen de un pistilo con un estigma trilobulado, y el ovario está rodeado por una corona de diminutas hojas que forman la cúpula después de la fecundación.

Nos enfrentamos pues a una flor que no está sujeta a extravagancias lunáticas. Ni siquiera las mariposas se acercan a ella, la polinización la realiza el viento. No hay nada turbador, seductor ni animal en ella. Dominan la austeridad y la severidad. No obstante, sí existe una parte donde se combinan lo astral y lo etéreo, esto ocurre en el follaje y no en la espartana flor. Cuando los mosquitos pican las hojas aparece un rojo coscojo que asemeja una fruta, o mejor, un órgano hueco animal. El roble reacciona frente a este molesto elemento astral aumentando la producción de ácido tánico para limitar y controlar la excrescencia. El árbol fabrica tal cantidad de tanino que antiguamente se elaboraba tinta de los coscojos.

Al prescribir la esencia floral Oak para los luchadores exhaustos que, a pesar de todas las adversidades, siguen combatiendo con valentía y jamás se rinden, Bach acertó en su descripción del carácter de esta deva vegetal.