Cada familia vegetal posee en la totalidad orgánica de la naturaleza una propiedad y función especial que también se muestra en su comportamiento bioquímico. Las labiadas, son maestras en el manejo de los aceites etéreos, las coníferas se han especializado en la fabricación de fragantes resinas, las euforbiáceas producen látex elástistico y las crucíferas, a las que pertenece la mostaza (Sinapis arvensis), son inigualables en su manejo del azufre
El azufre está presente en toda la Naturaleza, disuelto el agua de los océanos o depositado en las capas más profundas de la Tierra. En la biosfera, en los seres vivos, forma parte de las proteínas portadoras de vida. En el mundo vegetal se encuentra, sobre todo, en el proceso de floración, en la formación del polen y de las semillas. Pero en las crucíferas, su presencia no se limita al polen sino que se apodera de toda la planta. En las hojas, en los tallos y con frecuencia en las raíces (rábano picante), se encuentran aceites etéreos ricos en azufre (glucósidos del aceite de mostaza). A las crucíferas se las podría denominar la «familia del azufre», así como a las papilionáceas se las podría llamar la «familia del nitrógeno».
Para poder comprender los efectos de este elemento en las crucíferas, deberemos estudiar los lugares donde crece. Las crucíferas suelen ser plantas pioneras en lugares donde el suelo es duro y yermo, donde es alcalino y salado, como en las costas oceánicas, o donde el clima es muy frío y rudo. Las crucíferas evitan los trópicos. En los países nórdicos, en cambio, donde estadísticamente hay más días nublados que en cualquier otro lugar del mundo, están fuertemente representadas, llegando hasta el círculo polar. El gran botánico Wilhelm Pelikan escribe lo siguiente acerca de estos «guerreros del Sol»: «Allí donde la tierra se encierra mineralmente en sí misma bajo un suelo muerto, estéril, o donde su superficie se endurece por las heladas y el frío, allí donde las fuerzas muertas "que irradian" amenazan con superar a las fuerzas vivas "que entran", allí es donde las crucíferas buscan su campo vital». Estos suelos pobres inducen a otras variedades de plantas a adoptar un aspecto rígido, a hacerse suculentas o a hacer más lentos los procesos metabólicos. Parece como si las crucíferas utilizaran el azufre como remedio contra estas inhibiciones.