A fin de potenciar el efecto de los doce sanadores, Bach buscó ayudantes fuertes, plantas que forman agrupaciones cerradas en grandes campos de fuerza, plantas cuyo enérgico desarrollo o cuya belleza puedan conmover las almas más insensibles y endurecidas. Durante un paseo le llamó la atención la aulaga (Ulex europaeus o Genista spinosa). Le impresionó mucho la abundancia de sus flores de color amarillo dorado, que estallaban en el paisaje aún bastante gris y apagado de marzo, perfumando el aire con un aroma que recuerda el de las almendras. Recogió flores del borde y centro del grupo de plantas y encontró así una esencia para las personas que están desligadas de su Yo Superior, aquellas que se han resignado y que han perdido toda esperanza.
cuenta que Linneo, Carl von Linné (1707-1778), el padre de la botánica moderna, quedó tan impresionado al contemplar por primera vez la aulaga en Inglaterra que cayó de rodillas y dio las gracias a Dios. Le apenó enormemente que el clima de Suecia fuera demasiado frío para esta hermosa planta.'
Los antiguos celtas ya apreciaban mucho este arbusto espinoso que florece desde febrero hasta comienzos de junio. Veían en él el retrato del victorioso y joven héroe del Sol, cuyas afiladas armas habían vencido al duro y helado gigante del invierno. En la epopeya galesa Cad Goddeu, el antiguo aprendiz de brujo Gwion Bach, Taliesin, ensalza las propiedades de la aulaga: «¡Qué grande es la aulaga en la batalla!» dice el poema, y añade: «La aulaga es bendita». La frase «la aulaga era una salvaje hasta que fue domada» probablemente hace referencia a la costumbre de quemar los arbustos espinosos en primavera ya que sus retoños son comestibles para las ovejas y las cenizas alcalinas fertilizan el forraje nuevo.
En el antiguo calendario celta de los árboles, este arbusto de flores amarillas señala el equinoccio de primavera, cuando los días comienzan a hacerse más largos y las oscuras noches más cortas. En el alfabeto de los árboles (Beth Louis-Nion), la planta simboliza la vocal «O». El alma se expresa de forma inmediata en las vocales, la «O» abre labios y corazones cerrados proporcionando una expresión de alegre asombro al semblante.
Las espinas afiladas y cortantes que cubren de arriba abajo a este arbusto no transmiten una impresión de apertura. Esas incontables espinas son en realidad hojas y brotes rígidos y endurecidos que no se quieren desplegar ni abrir al entorno. Sin embargo, dentro del conjunto de la Naturaleza, ello tiene un sentido. Al igual que la zarza, el endrino y el espino amarillo y otros arbustos espinosos, la aulaga es una planta pionera. Allí donde la corteza de la tierra esté herida, maltratada, hendida o extenuada, crecen este tipo de plantas formando una maleza densa y protectora. Así como bajo las costras se desarrollan nuevas células, aquí pueden crecer nuevas plantitas protegidas de los animales y las pisadas. Los árboles jóvenes se desarrollan especialmente bien debajo de la aulaga ya que ésta enriquece con nitrógeno los suelos áridos.
En el lenguaje de las flores, las espinas de la aulaga son el símbolo de los pecados por los cuales fue condenada la humanidad a plantar sus campos de «cardos y espinas» y por los cuales tuvo que sufrir tan amargamente el Redentor. En las representaciones de la crucifixión suelen verse ramas de aulaga como instrumentos de martirio. Es, por lo tanto, una planta cuyo simbolismo indica un duro destino (karma) y su superación.